Veinte veces me preguntaste si era feliz. Sos feliz? Cursor titilando. No sé, respondí. No mientas, no te escapes, no hay no sé. Hay sí o no. Es simple. Y por eso no estamos juntos, ves? Nada es simple, de eso estoy segura. Nada es simple. Si me preguntás: mataste a alguien? Es simple responder que no. Pero si lo hubiera hecho, responder que sí no sería fácil. Seguramente querría explicar qué pasó, dónde estaba, por qué, si creemos que después de todo, no soy una psicópata total. Nada es blanco o negro. En la teoría, en los libros a veces, en los relatos que nos contamos. Está bien, está bien. Seguís preguntando. Sos feliz? Y cuando te leo, porque no puedo escucharte aunque lo hago en mi cabeza, sólo se me ocurre pensar qué es feliz, y cómo hacer para no mentir, porque seguro que mi idea de felicidad es tan absurda que te voy a mentir. Por ejemplo, si te digo no: ¿no soy feliz porque muchas veces siento un mar de tristeza en el pecho, otras un deseo que nunca se colma, como si f
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