Carta 1.2 (leer es viajar)

También yo cierro los ojos, estas letras se hacen en una proyección de teatro chino. Cubierta en párpados, te veo clarito. Caminás sin detenerte hasta los mojones de libros. Sos extranjero, pero los libros se abren para vos como lugares de descanso. Te hablan, y en el oído son murmullos de bosques, una naturaleza que se desprende de lo urbano y te abraza. París retrocede hasta la petite ville, Londres es Devonshire, Madrid es Toledo vaciada de turistas, a esa hora en la que nadie permanece porque los fantasmas de cientos de años se desperezan y empiezan su día. Ves los castillos, las piedras cómo se asoman en las paredes, rugosas, amasadas por el tiempo, percudidas por tantas manos tantos dedos que las huellas dactilares se superponen como marejada de caracoles en la orilla. Nada de esto te asusta. Lo etéreo te sienta bien, no hay fantasma ni monstruo que te desconozca. En las madrugadas de Buenos Aires sabés viajar y acercarte a ellos como bestias temerosas, inofensiv...