Shock Room

Puse el agua para el té. Costó. La mano izquierda no puede girar con facilidad la perilla de la hornalla. Lo hice después de varios intentos fallidos. Me olvidé después de preparar el té. Abandoné el agua y la cocina. El lado izquierdo del cuerpo lo maneja el lado derecho del cerebro. Pienso en los cruces y los encuentros. Los desencuentros son cortocircuitos. Escribo, puedo escribir, uso una birome de tinta violeta. La mano derecha funciona, está ávida (ahora paso tecleo, hay que pasar lo que está en el papel, me equivoco bastante, voy a tientas con las teclas, pero mis dedos buscan, las yemas de los izquierdos quieren despertar, cada vez más). (Tecleo) Nunca perdí la conciencia. Pienso en enfermos de la cabeza, poetas, como Héctor Viel Temperley, Hospital Británico. Yo estuve en un Sanatorio (lugar donde colectivamente te sanan?), se llama Otamendi. En el mismo lugar, dos veces, entré a parir a mis hijas. De pronto, es rarísimo: llegar en ambulancia, charlando con e...