Dedicatorias #43. Reclamo tu cuerpo

43. Mi cuerpo te reclama, dijiste, digo. Compenetrados. Reclama, ufff, reclamo. ¿Te das cuenta de la reverenda palabra? Sí, re-lamo tu sal en mi boca mientras nadamos en un mar autocreado. Nos lamemos, como si las lenguas de fuego pudieran apagar las heridas abiertas, las cicatrices reavivadas. Pero en ese momento el incendio aplaca todo menos el enlace reclamado, vociferado con las cuerdas vocales desatadas, rugido, gemido en el tórax raído hasta la punta del pie. Clamo reteniendo mis uñas que rasgan tu espalda que esto es mío y es nada, porque mío no es y en todo caso, nuestro, pero tampoco, porque es más, la luna un planeta (una) quién pudiera disputarlo, y clavada la bandera no tiene dueño. No hay posesivos, no, es un agujero del lenguaje, el hoyo, por fin, feliz por donde se acaba la disputa y renace la felicidad edénica, intangible, absoluta. Entonces clamo con estruendo, extática, clamo que es lamo, definitivamente, lamo tu vos, lamo tu hombro, lamo tu deslizarte pez...