Dedicatorias #96. Nadar


Escribo sin parar cartas, interrogaciones, poemas problemas que no te haré llegar, ya es demasiado. Me siento excesiva, hiperbólicamente montaña. Cuando me preguntás si te pensé, me digo, de verdad, de verdad? me estás cargando? Qué creés que pasa en esta cabecita que me corona? Puede ser que te parezca tan volada, volátil, que no puedas concebir, que no veas, la profundidad azulterciopelo de mí? En ese fondo late un amor diamante que es inexpugnable, que te corresponde pero no podés tocar, nunca se puede tocar el amor, no te das cuenta? El amor es afecto no afectado: él sigue a pesar de cualquier tormento, a pesar de la dificultad, a pesar de la distancia, a pesar del desencuentro, él sigue, a pesar de la destrucción y lo muerto. Inafectado, no natural, inhumano, vidente no ciego, el amor penetra hasta las piedras y las revienta de pasión.
Vos me dirás: esto es muy lindo, muy poético, sabés escribir, quién podría negarlo (yo, yo lo niego todo el tiempo), pero entonces?
Puntos suspensivos: me mirás, te miro, desvío los ojos del anzuelo de los tuyos, de esa mínima espera que se me hace infinita. Más puntos suspensivos: en racimos de a tres, pulposos, violáceos y apesadumbrados estallan en mi cara.
Y entonces? Repetís.
Qué sé yo, me indigna, no sé, qué soy yo, el oráculo, qué soy yo, el futuro? Qué soy interrogada, esfinge, animal imposible, discurso que no entra en ningún lado, incomprensible, poesía críptica dirán... Nada de esto pronuncio. Tendrás que saber que mis silencios son lo más cargado del mundo, hay batallas, inundaciones, anegamientos irreversibles, bombardeos inexplicables, destrucción inmoral de imperios majestuoso, salvajes; la naturaleza, con su aparente capricho inmenso y la civilización, con sus aparatos discursivos y su tecnología, se debaten a desgarros de mi mente que es una aceleradora de situaciones inertes, una mansión empapelada un millón de veces sobre paredes de humedad. 
Nada de esto menciono ni asoma por mis labios, entreabiertos para respirar (estoy sumergida, me ahoga el agua invisible que entra por mi nariz).
Callo.
No podés verlo, pero mi pecho está descontrolado por la percusión del corazón, en el centro de la panza un nudo me aprieta tan fuerte que parece que me fuera a quebrar en dos, en tres, en miles millones de fragmentos porque una vez que me parta al medio no tendré opción: me trizaré sin vértigo en el suelo. O me recogés tiernamente intentando armarme (amame) o yazco ahí hasta que las olas que mis ojos empujan sean tan vastas, tan potentes, que incluso rota llegaré a orilla. Ciertas sirenas se apiadarán de mi cuerpo desguarnecido. Me darán el líquido de sus tetas que es mágico, que posee lengua que chupa y sana, me iré reconstruyendo de la nada de nada. No podré caminar por mucho tiempo, creerán que mis piernas pegadas son del mar. Pero no. No es eso. Es que son tuyas y te extrañan, echan tanto de menos la forma cómo las tomabas, las abrías como una v que se volvía de tímida, voraz, vorágine, vértigo del sentir, verde, verdosa, verdeamarilla, ve de verte y ya, vertesentirte, vertirte en mí. 
Callo.
Esto se despliega troqueladamente mientras intento sostener tu mirada y no puedo, voy de nuevo y es como si me encandilara, quiero cerrar los ojos, apoltronarme como un gato mimoso en tu pecho y dormir mientras subo y bajo plácidamente al ritmo de tu respiración.
Callo.
Te miro, trago la angustia en pelota de pelos que acumulé en mi boca.
Vamos? Proponés.
Dale, respondo aliviada, casual. Como si el cuerpo que llevo perteneciera de nuevo a ciertas coordenadas de la ciudad de Buenos Aires en el año 2015. 
Rebalso ahora, torrente de letras y ganas, qué más queda, nadar, aferrarse a esa erre para que no se vuelva nada, para que sea. Intento sacar la cabeza con ese gesto tan particular, tan deforme a lo Bacon, del nadador que con la boca respira y sigue la carrera. Escribir es eso: sacar la cabeza para tomar un aire que no existía, que nace a la tenue, imperceptible luz de estos pelos plumas esparcidos en la tierra. Intento ordenar.
Vuelvo, por eso, al momento cuando preguntás algo sobre el futuro que no sé muy bien qué es y me quedo callada, embargada de amor.

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