Dedicatorias #81. Festejo



Hoy es tu cumpleaños.
No puedo evitarlo: pienso en el poema de Sylvia Plath, sobre el regalo. No tiene nada que ver con lo quiero escribir, con lo que quiero decir. Pero se arremolina en mi mente como un gato negro listo para saltar y taparne la boca.
Hoy es tu cumpleaños y hay tanto que quiero hacer!
No importa cuántos años sean, para mí o para otros, cumpleaños trae globos multicolores, chocotorta decorada, regalos a montones, sorpresas inusitadas.
Risas risas risas.
Sonreír todo el día porque te despertás naciendo y sos un niño que empieza a vivir. Cada cumple renovamos contrato, no? Abrir los ojos, incorporarse (meterse de nuevo en el cuerpo), caminar. En mi adolescencia quería ser como Marilyn Monroe y Alejandra Pizarnik: morir lo suficientemente joven para ser bella (todos dirían al verme tendida en mi ataúd: oh dios, era tan hermosa), y para dejar una obra (karina karina / debajo estoy yo / karina).
Ahora es tu cumpleaños y yo hablo del mío. Pensarás qué egoísmo, no?
Te explico: es tu cumpleaños y quiero festejar. Cuando sea el mío, quiero estar viva. 
Y de paso, festejar. Tengo motivos:
1- Tu sonrisa se abre como una explosión de estrellas cuando nos vemos. Te das cuenta de que nos saludamos bajo un cielo recién creado, con planetas propios, asteroides fantásticos y fénomenos aún no descubiertos? 
2- Tu cuerpo me llama como si el mío estuviera hecho para abrazarlo, como si al contacto la electricidad abriera los bordes y un cuerpo nuevo surgiera, uno solo, enamorado, autosuficiente de placer.
3- Me hablás en mi lengua con otros tonos y liberás palabras que estaban atrapadas en una cárcel política. Me traen la revolución interna, extrema, como si aprendiera a hablar de nuevo. La palabra brinca en mi boca, la siento deshacerse y la lengua absorbe el gusto mezcla de cacao, café, frutas que no sé nombrar y dejan sus semillas crocantes, sal de mar, leche de coco, peces que se escabullen en la sangre como si estuviera llena de olas.
4- Puedo quedarme callada, escucharte, puedo subirme a tu relato y viajar, ver lugares y tiempos diferentes, palpar texturas nuevas, ponerme un saquito porque hace fresco y caminar con un pico nevado presidiendo el paseo. Puedo intuir lo que fuiste y entender lo que sos. Pero, más que nada, puedo sentirte.
5- Puedo aullar, rugir, ronronear, rebalsar. Puedo conjugar verbos animales. Me descubro el animal que soy, el que había encerrado yo dictadora por motivos de moral, pudor y destrucción pública. Extraordinaria. Correr como nunca, que el aire falte y venga de vos, hacerse agua, bañarse, tomarse de un cántaro común, regenerarse orgásmicamente, resurgir poderoso de las ruinas museos que transitamos, rearmarse sin la vendas de la momia, reamarse desde las uñas al ombligo, reamarse sin fin.

Seguiría.
Pero hoy es tu cumpleaños. Y quiero festejar.
Aunque estés tan lejos como mi corazón de mi mano.
Quiero festejar 
                        y te festejo.

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