poema para leer con lluvia torrencial




No me viste venir
ahora decís que sí, ahora después
del rayo que cayó en tu cabeza y te iluminó 
por completo
No me viste venir porque llegué antes
antes del resplandor, antes del estruendo, antes del agua
llegué mucho antes y me divertí observándote
estabas desganado
esperabas algo no sabías qué
andabas atrapado en tu cuerpo
puro humano desconocido, pura idea incompleta
te vi excavando el suelo con tus pies
en el mismo lugar
de un lado a otro 
en el mismo lugar
me divertí no por esto 
(esto dolía en el plexo, me nublaba la boca)
me divertí porque era necesario
por lo invisible que se activaría ni bien te tocara 
degusté
el momento ínfimo antes del cambio
radical en vos
el cielo que estalla, se parte y hace agua
la boca
te miré
casi hundirte, atravesar la madera,
rumiar oraciones inconclusas, devastantes
te vi vaciarte de sentido y ya
no pude más
No me viste venir pero sentiste
mi roce
los pelitos de tu brazo
erizados
un escalofrío recorrió tu espalda
la electricidad te invadió
"Parece que se larga", decían preocupados alrededor
"Cerrá estas ventanas, trabá la puerta" pero vos
ocupado
en nacer otra vez
los músculos trabados, la sangre correntosa, el corazón veloz, la lengua humectada
remolino de voces y pasos agitados pero vos
salías del pozo, te estirabas
olías agua
olías luz
caminaste seguro, trabaste postigos, puerta de entrada pero vos
quedaste del otro lado
la casa afuera
vos adentro de vos
a la intemperie
conmigo.

Te mojé completo, te reías
como niño en carnaval
cortinas y cortinas de agua, agua fresca
tormenta clara, impetuosa de verano
era una fiesta el cielo
en el anochecer amoratado se amancebaban los colores
acuarelaban las primeras estrellas o eran tus ojos
de pronto tan negros como si te hubieras robado la noche
rayos resplandores 
titilaban esa túnica tornasolada y luego
explosión
o era el percutir de tu corazón
amplificado 
el fuego de dónde salía
destellante
el agua alumbrando un verdor nuevo
brotes tiernos, frescos
tanto perfume ebrio de verde
manzanilla que destila pizcas dulces 
hierba salvaje, crecida, envolvente
lluvia de hojas desprendidas que se mueven enloquecidas en el aire
ese vendaval que arrastró tu ropa como vendas
en carne viva quedaste, vivísima, sensacionada por entero
y te reías más, todavía más 
pude oírte
aún entre tanto artificio de agua
te reías y abrías la boca
te dejabas mojar por dentro
te volvías poco a poco
transparente
y en lo invisible me veías
como si fuera un sueño o una pintura abstracta
animada
hicimos que nuestras manos coincidieran
el espacio estaba roto
la rendija abierta
no me viste venir
pero me tomaste en la tormenta
en la tempestad del verano
vertido en agua.

Silencio
quietud
bajo la pátina brillante de la lluvia pasada
todo parece 
inmóvil.

Eso que arde
nosotros.


km. 2020 (reloaded) 

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