El caballo impertinente



Me subo a un caballo, todo parece tranquilo, incluso inmóvil, como si fuéramos en una calesita pero con animales de verdad. Está el caballito marrón, el alazán, el manchadito, el blanco, el grisáceo. 

Van en fila. 

Lentos, cansinos, con esa mirada que no se sabe qué enfoca, oblicua y hasta temerosa que tienen los caballos. 

Van en fila, derecha, izquierda, derecha, izquierda, en fila. 

De pronto, el mío corta camino, se adelanta rápido y se pone al lado de otro, se acerca mucho, sujeto la rienda pero no me hace caso, tira un tarascón, va directo al cuello. Relinchan, el mío corcovea un poco, creo que voy a caer, se mueve mucho, pierdo un estribo.

En un segundo irrumpe el chico gaucho que controla todo y lo acomoda. Me dice: más fuerte la rienda, agarrala más. Cuánto hacía que no montaba? Ni me acuerdo, siempre fue en esa calesita en fila india que los animales conocen, y que también saben romper, porque a veces se cansan, o tienen hambre y se detienen a pastar, se van del camino hacia el bosquecito, hacia un breve prado que aparece al borde, crecido y verde. Un oasis para la fila, un pedacito de paraíso verde para la boca. Cuando quiebran la calesita, y el jinete, que no lo es, queda estupefacto, desorientado. Entonces recuerda que ha pagado por hora, para eso, sí, jugar al jinete. Nos gusta creer que nos lleva un animal, y en realidad nos está perdonando la vida. 

Casi me caigo del caballo, o no, pero bastó para que estuviera montada. Ahí. En ese lomo bamboleante. Ahí. Con esa respiración agitada. Con las venas del cuello marcadas. Ahí. El animal se presentó. Venís encima y qué hacés, dónde estás, te fuiste al pasado, alucinás en otra dimensión, construís castillos de nubes, creés que podés vivir en la playa y criar animales? Estás abierta de piernas encima mío, me rodeás el vientre, tus pies mínimos y sin embargo capaces de hacer daño, dónde estás? Servile a tu peso, pesame, no flotes, llevame, no duermas, pesame, estás viva, un movimiento brusco y volás por los aires, es tan fácil, sabés? Tan fácil mandarte hacia arriba, empujarte, sentir tu carga flotar un instante y luego la caída, el derrumbe. Los gritos, la agitación, puedo huir con facilidad, galopar un rato, perderme, volverme el animal que soy, no esto que ni siquiera estás viendo. Acá. Ahora. Sentime. Sujetá esa rienda, afirmate. Ahora es solo esto: vos encima de un caballo impertinente, respiremos juntos, ahora es lo que te toca, esta hambre, este latir, el precario equilibrio entre los dos, dibujar alguna figura. No hay más. Es acá, ahora.


km. 2018

Comentarios

Ricardo dijo…
Ese animal que somos.

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