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Mostrando las entradas de septiembre 13, 2015

Dedicatorias #92. Precario

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No necesito un poema de amor, no necesito nada armado ni artificioso. Solo vos, tu voz. Abrir tu carta hoy y leerte, saber que te pasa lo mismo que a mí, este amor y esta conexión, sólo eso, saberlo aunque lo siento, saberlo porque mi cabeza lo niega empeñosamente, le da vueltas, espera el mínimo resquicio para decir: esto lo estás imaginando, esto te lo inventás solita, esto lo soñás. Pero no, está pasando. Entre la semana pasada y ésta algo me pasó. Sé que me abrí más y dejé de ponerme trabas porque si no es muy difícil, más difícil. Necesitamos (me refiero a los humanos) meter lo que nos pasa en moldes, estructuras, necesitamos darles un orden. Es así. Pero hay cosas, quizás las mejores, que se resisten. Se resisten a todo. Se resisten porque son. Es. Y eso es todo: pleno, puro, total. Es. Así siento y creo la poesía. Así el amor, la vida, la muerte. El deseo.  Y quiero volver a "precario". Es una palabra que no se aplicaría a una relación, es dura, no es del registro líri

Dedicatorias #91. Sin borde

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Todavía tengo tu olor entre mis piernas. Te siento adentro de mí. Tu mano que presiona mi vientre que se mueve. El temblor que no tiene pertenencia, sos vos? sos yo? Qué importa, no hay borde. Es algo nuevo esta mezcla. No lo habría imaginado: perderse tanto en otro, dejarse llevar, compenetrarse. Me quedo sin aire y me refresco completa cuando estamos juntos. Refresh a quién creí ser. Se demuelen edificios arcaicos en mi interior, ciudades glaciar se derriten y fluyo fluyo fluyo. Entre mis piernas tu olor me embriaga, me transporta. En la espalda tu lengua me recorre y soy espasmo, la electricidad me tensa como un rayo. Tu voz, tu respiración, tus susurros, tu jadeo, me rodean me aprietan me rasgan y se meten alborotándome. Ebullir, se prende fuego acá y allá, acá y allá se iluminan los poros de mi piel, hay pequeños incendios agitados, crepitar ávido, hay lenguas de llamas incandescentes que me arrojan, sí, viro al rojo y soy cálida, una arena con el sol justo para entibiar los pies,

Dedicatorias #90. El espejo del amor

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Nadie ve quién es. Es por eso que los espejos son mágicos y a veces nos permiten pasar a otro lado. Es por eso que el amor es una locura. Te veo verme y me encanta lo que veo. Te veo y ves que reflejo lo que te gusta de vos. Somos espejos de amor. Somos las imágenes realzadas de nosotros mismos. Nos tenemos, nos amamos por los ojos. Pará un segundo, un segundo te pido: no era al revés? Que el amor era ciego y blablablablá? El amor es confuso, parcial, absoluto. El amor es una pregunta que no tiene respuesta, signo interrogativo perpetuo que se clava en tu sien, que engancha tu piel, que te hiere como lluvia de dagas, te hará sangrar y buscar más. Te quiero entero, tus fallas son los detalles más bellos que he visto, tus grietas son para lamer indefinidamente y cualquier cosa que hagas me va a parecer adorable. Si es errada, aún mejor. Si es justa y eficaz, una virtud innombrable. Además de ser el objeto incuestionable de mi amor, él es inesperadamente exitoso. Se puede pedir más? Qué e

Dedicatorias #89. Demasiado

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Una vez tuvimos un diálogo similar. Me besabas tierno, me besabas los labios, la lengua, la mejilla, el lóbulo de mis orejas, bajabas por mi cuello y luego con las dos manos me apartabas leve, pluma, copo de nieve, entre tus dedos para mirarme, y yo, yo cerraba los ojos, entrelazaba mis pestañas, y alejaba mi cara de la tuya, de tu mirada. Hola, dijiste, suave, hola, miráme. Abrí los ojos y era tanto lo que sentía que no podía mantenerlos, sostenerme erguida, humana así, como nunca desnuda y penetrada, tus ojos en mí, recorriendo mi sangre, mi alma, yo una entidad abierta al tope de mi cuerpo, y sin embargo más, mucho más, más que física, porque una electricidad vagamente bulliciosa, como abejas embelesadas, burbujeaba alrededor, enlazándonos, y de nuestro conjunto emergían lentos, maravillosos, arabescos ondulantes que desprendían letras, ideogramas, pequeños dibujos de niños enamorados. Ascendían desde nosotros, tan etéreos, y al llegar al cielo raso se partían sin ruido, humos, susp