Dedicatorias #67. Entrañas
Me decís que te escriba. Acá estoy, te escribo como desnudándome, porque escribirte es eso: a(r)marte en estas letras para tenerte un poco más. ¿Dudas de lo que te siento? Me desespera ¿sabés? Porque ahora intuyo otros estados en vos, intuyo lo que no me decís, in-tuyo sin parar, y también, ¿qué es real cuando no estás? ¿Cómo saber si me extrañás cuando no lo decís? No puedo más que repetirme: te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño (me) te extraño De pronto la lengua, qué insuficiente, qué sarta de reiteraciones inconducentes. Qué mentira extrema si el sintagma se siente hueso pelado, ¿ y la carne? ¿Dónde está el borde pulposo alimentado de horas de extrañar, de ansiar, de desear? ¿de la panza haciéndose bollo anu