Estamos en la ruta


Estamos en la ruta. El sol desciende por la ventanilla de atrás del auto, se ahoga destellante en una nube que parece ebullir de luz. El aire está raro, llueve sin llover. Hay gotas que no caen y todo parece electrificado. El aire está raro. Estamos en la ruta. Los sentidos alerta. La luz me sorprende desde la espalda, me rodea y se propaga amarillo y naranja sobre el campo. Mar de luz el pasto se agita leve y tintinea verde más verde casi dorado, estrellas desparramadas. No me alcanzan los ojos. Las vacas brillan como estatuillas de nácar y ébano. Más adelante una tropilla de caballos es impactada por los rayos de un sol que ya sueña y es pura emoción. Distingo un corcel blanco y relumbra, veo su crin que agita polvo de diamantes. Estoy despierta? Ésta es la Pampa, tierra desenvuelta, llanura de colores. El aire está cada vez más raro. Estamos en la ruta, pero parece el oceáno. La luz sigue a contraluz descubriendo fluorescencias que no son de la superficie sino de otros mundos, cardúmenes irisados, aves tropicales, insectos o reptiles exóticos. Toco el aire como una sábana transparente. Estamos en la ruta, giramos y justo ahí aparece: un arco iris perfecto, etéreo, oscilante. Los cuatro exclamamos, ojos abiertos, prendidos al escándalo de color en el cielo, que parece azorado, expectante. Y ahora qué? El aire es un fruto maduro, transparente, con perfume a pasto fresco, a margaritas y manzanillas mojadas. Éxtatico él, yo me deslizo sin cesar: azul índigo, paladeo arándanos y cerezas, paso a un rojo que promete frutillas con el ácido justo para ese estallido de sabor. Hay miel como oro derretido, hay una suavidad, una tibieza de pancitos recién hechos y si no los devoro son almohaditas para la cuna de ninfas, dríadas, hadas y sirenas. Fantasías arrullo en mis pupilas con arcos lúcidos que se desdoblan, penetran las nubes, y surgen completos como pocas veces llegás a ver. Estamos en la ruta. El aire es un relato cargado de color. El viaje se vuelve extraordinario, como una exhalación orgásmica o primera. Por el rabillo del ojo veo un incendio. Es el sol que se deshace y esparce tiñendo una nube. Bolas naranjazuladas, bolas grisdoradas, bolas púrpuravioláceas, como plastilina buscan y hacen miles de formas, cambian, mutan, seres fantásticos. Me encandilo. Es otro ojo en el mío ardiendo. Alrededor empieza lo oscuro. Avanza. La sombra se tiende azul por mi espalda, mientras que en el vidrio de adelante el arco iris ha llegado a coincidir con el final de la ruta. Ilusión. Nunca llegaremos. Así la vida. Más que sueño, ilusión. El aire me pesa, casi no puedo respirar. Me abro en O para tomar una bocanada, me humedezco y me sofoco. El incendio por detrás se va reconcentrando. El azul profundo lo empuja, me golpea, me señala a un costado el arco iris tembloroso. Sé que falta poco para que se vaya, y nosotros llegaremos. Estamos en la ruta. Es peligroso. Hay eventos de luz distintos. Es ese instante. Cada uno de estos tripulantes es un evento lúcido. El aire y el auto nos aúna. Vamos juntos hasta el fin del arco iris. Ilusión. Se apaga el sol, se rinde la nube, los colores se dispersan. Seguimos en la ruta. A un costado, los relámpagos cortan el cielo, lo rajan, lo muerden. Es inminente la tormenta. Gotones como piedras nos impactan. Aúlla el cielo, ultrajado. El viento se desata, nos hace bambolear. Una cáscara en un camino parecemos, un pequeño objeto rodante, algo que será arrastrado. El frío me invade, cala mis huesos de esa manera eléctrica, a descargas, de las lluvias intensas. Aún seguimos en la ruta. Vamos a llegar. Ilusión. Vida, ese deseo. 

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