Dedicatorias #90. El espejo del amor


Nadie ve quién es. Es por eso que los espejos son mágicos y a veces nos permiten pasar a otro lado. Es por eso que el amor es una locura. Te veo verme y me encanta lo que veo. Te veo y ves que reflejo lo que te gusta de vos. Somos espejos de amor. Somos las imágenes realzadas de nosotros mismos. Nos tenemos, nos amamos por los ojos.
Pará un segundo, un segundo te pido: no era al revés? Que el amor era ciego y blablablablá?
El amor es confuso, parcial, absoluto. El amor es una pregunta que no tiene respuesta, signo interrogativo perpetuo que se clava en tu sien, que engancha tu piel, que te hiere como lluvia de dagas, te hará sangrar y buscar más. Te quiero entero, tus fallas son los detalles más bellos que he visto, tus grietas son para lamer indefinidamente y cualquier cosa que hagas me va a parecer adorable. Si es errada, aún mejor. Si es justa y eficaz, una virtud innombrable. Además de ser el objeto incuestionable de mi amor, él es inesperadamente exitoso. Se puede pedir más? Qué exceso, qué abuso divino, una injusticia para el resto de los humanos. Y me quiere a mí, a mí, a mí, qué brutalidad, qué audacia! No poseo dones ni una fisonomía muy agraciada. No me distingo (yo no me distingo, quién podría hacerlo? Ordinaria versus Extraordinario). Sin embargo, tu elección me hace superpoderosa, me elevo como diosa del Olimpo y ahora cada una de mis palabras cuenta como monedas de oro. Por dios! Qué es todo esto! Cómo sentirse en las nubes y tan alto, tan lejos de la humanidad, mirar al resto como Ja, ustedes no entienden, ustedes no saben, estoy enamorada y él, el elegido, me corresponde. Soy correspondida! Puedo gritar en un segundo esta verdad inconmensurable y al siguiente temer por mi salud mental cuando luego de minutos no tengo noticias suyas. Se estará cuestionando todo? Se habrá dado cuenta de que ese reflejo no soy yo, es él, él en mí que me realza, me sostiene, me ilumina? No soy merecedora de nada, mucho menos de este amor. Sí, te amo tanto que te dejo ir. Sí, no te voy a retener, para qué vas a perder el tiempo, qué es esto, qué estamos haciendo, no soy para vos, no te convengo, no lo ves? No me ves? No voy a responderte ese mail. No voy a llamarte hasta mañana, y luego veré. Si lo consigo, quizás haya esperanza para mí, quizás pueda seguir adelante, vivir alguna vida, no será gran cosa, pero algo distinto de morir cada vez que sale el sol y veo que no estás a mi lado. No puedo más. Me embarga por completo lo que siento por vos, soy inútil para todo, estoy hecha un amasijo de ganas de verte. Sólo verte. Contemplarte. En silencio. Recorrerte. Degustarte con mi mirada. Para qué negarlo? Cómo no arrojarme sobre vos, contagiarte este fuego, quemarnos completos entre suspiros, jadeos y aullidos? Cómo no volvernos animales? Cómo soltarte? Horas sin noticias tuyas. Dónde estás? Te escribo? Te llamo? No. Te invoco. Claramente es lo único que puedo hacer. Invadida de fotos que nos muestran felices, excitados, entregados el uno al otro, sólo queda esperar invocándote. Que mi voz invisible e inaudible te toque, te impulse ya a llamarme, como si yo fuera el único fin de tu existencia, el pan de cada día, la alegría de existir, la sonrisa brillante de tu cara. Como si yo fuera todo lo que hay en el mundo, y repentinamente éste fuera un lugar maravilloso, isla del sol eterno, a través del espejo. Sí, te acordás? Atravesando el espejo, las pupilas nuestras, ahí, en ese lugar con sombras que titilan, nos encontramos. Ahí, donde no existe. Ahí es cuando cerrás los ojos. Porque hubo mensajes, risas, sexo, y hasta susurramos la frase reservada, la que había que guardar, la que no había que emitir tan pronto, la que se tenía que quedar un rato más en la punta de la lengua. La soltaste y la solté. Nos amamos. Y ahora...?


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