Dedicatorias #86. Lunes corregido


Me hablás de mi poesía, de lo que escribo. No sabés lo bien que me ocurre. Saber que te gusta, que viajás con ella, que te parece que a alguien más le puede interesar. Yo hago esto y lo voy a sostener, pero es tan mío que muchas veces digo quién lo necesita? Todo lo que argumento con la que gente que viene a taller se cae, sé derrumbarlo, constantemente me tengo que tallerear, soy mi peor alumna, la más díscola, la más irreverente. La profesora es de una exigencia implacable. Sé que me querés y me decís esto por amor también, pero sentir que te rozo, te toco  con lo que escribo me impulsa, me hace latir.
Escribí más.
Te lo paso.
Casi sin corregir.
*
Lunes tempranísimo: jamás me levantaría, pero dar clases me obliga y entonces lo disfruto. Me incorporo (me meto en mi cuerpo) y hay estrellas. Casi es abril, antes de amanecer está fresco, pero no helado. Abril es amarillo que vira al naranja, al ocre. Siento que la mañana me toca, me envuelve, me dice qué querés? Es tuyo! Vamos! Y no sé qué quiero pero cierro la puerta de casa con sigilo, como si escapara, y corro escaleras abajo. La sangre se activa, la circulación hormiguea mis piernas. Pongo música y creo que este dispositivo que me acompaña me conoce, me saluda. De pronto, es mi propio comercial: el de la mujer moderna, maravillosa, que se va a trabajar, urbana, segura, independiente. La música obra milagros. Soy de un segundo a otro todo lo que ella quiera. Erótica voy. Vibro. Bailaría por la vereda. Canto. Mi videoclip es efectivo, simple pero fuerte. Cámara en mano no se me ve, solo fragmentos que aparecen y desaparecen, ondulan en la imagen. Qué será lo real me pregunto? Esto que siento ahora o lo que el resto piensa? Es lunes. Nadie quiere levantarse. Los niños se quejan al salir de la cama, odian a sus padres como yo los odié tantas madrugadas de escuela. Las caras llevan restos de domingo, ganas de no empezar, y yo saltando de la cama como una loca, deslizándome en un espacio autogenerado. Qué me pasa?
*
Hay otro texto. 
Pero vamos de a poco. 
Cuando me decís princesa amarilla, reluzco como un sol pequeño.
Te dedico besos ámbar, esa piedra natural y vegetal y amarilla miel.

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