Dedicatorias #67. Entrañas
Me decís que te escriba. Acá estoy, te escribo
como desnudándome, porque escribirte es eso: a(r)marte en estas letras para
tenerte un poco más. ¿Dudas de lo que te siento? Me desespera ¿sabés? Porque
ahora intuyo otros estados en vos, intuyo lo que no me decís, in-tuyo sin
parar, y también, ¿qué es real cuando no
estás? ¿Cómo saber si me extrañás cuando no lo decís? No puedo más que
repetirme:
te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño
te extraño
te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño
te extraño
te extraño
te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño te extraño
te extraño
(me) te extraño
De pronto la lengua, qué insuficiente, qué sarta
de reiteraciones inconducentes. Qué mentira extrema si el sintagma se siente
hueso pelado, ¿ y la carne? ¿Dónde está el borde pulposo alimentado de horas de
extrañar, de ansiar, de desear? ¿de la panza haciéndose bollo anudado que te
obliga a tocarte como si pudieras extirparlo?
Adentro, tan adentro el extrañar que no llego,
que escribo o pronuncio y el vacío se abre en cada letra, se burlan ay, ¡tan
faltas de entraña!
¿Y cómo saber si te pasa como a mí? No tengo
tonos, no tengo voz: unas letras sucesivas y una neurosis estupefaciente.
Cómo desentrañar tus celos, tenues pero certeros,
tu deseo de arder en la cama que se quema, que se evapora, cómo desarmar tu
pena, alentar tu alegría, subir tu emoción, ¿cómo, realmente, comprobar tu
subir y bajar y cambiar y alternar?
Verdad o Consecuencia.
Sólo me llegan restos desvaídos, resaca del mar en
la arena, devuelve porque no quiere, porque está chupado y deglutido.
Esta orilla: pantalla táctil: ¿cómo saber si sólo
veo tamiz digital, etéreo? ¿cómo saberte, cómo? Queda un ruido sordo que se
escabulle en mi piel, un sabor que me cuesta distinguir.
Pero está, sabe, me sabe a un fruto con semillas
picantes, que no conozco.
Me sabe. Sé. Nos crían para que la intuición sea
algo escabroso, algo de brujas y magos, pero no. Es tan concreto como nuestro sexo
animal, cuerpos que se abren y reciben, se contagian desnudos, revestidos de
amor. Es tan real como sentirte en el agua caliente, redonda, junto a mí, calma,
respirás; alma, latís. ¿Es tuyo o mío ese corazón? Tan delicioso como tu voz en
mi boca, tu excitación en mi sangre, tu pecho en mí, tu aliento que me trasfunde.
Tan cierto como la mezcla que hacemos, la piel que me envuelve es tuya, estás
adentro, estoy adentro, afuera no existe. Estamos metidos, metejoneados,
maniatados de placer. Uno en el otro, ebrios, sólo placemos.
km. 2015
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