Dedicatorias #40. Nochemala

40.
Porque enamorarse es la risa, sí, como te dije, en presencia del otro, del amado, la risa, el gesto, el toque, el roce, la coincidencia milagrosa de la agitación, la sincronía de latidos, la trenza perfecta de miembros musicalizados, su percusión continua que arma una pieza nunca reproducible, efímera, y sin embargo, grabada a fuego en la memoria de nuestros cuerpos.
Enamorarse, acto reflejo y reflexivo que, en la segunda erre, anuncia una contemplación en el espejo maravilloso de la pupila dilatada del otro, destellada de amor.
Enamorarse, sí, todo eso. 
Pero nunca simple, nunca uno, dos erres te dije, contálas, cuatro que van solitas y se agrupan, complejo enrevesado, sí, ayer sentí el reverso y yo tiraba la cuerda invisible y vos te deshacías junto a mí tan lejano, armábamos ese charco de impotencia de horas tiradas a la basura social, un conjunto de trivialidades que nos ordenan el estallido y nos sofocan el crepitar.
Ayer no me di vuelta para mirarte porque me habría escabullido, líquida, por la raja de la vereda, habría desaparecido y mutado a objeto sinsentido. Ayer no podía despedirme y lo hice. Seguí caminando, hay algo en el ritmo, como ahora que tipeo, hay algo en este titilar caminante, oracional, que me hace vivir o me revive cada vez que soy aplastada por el pedazo de concreto que arroja el señor prolijo y planchado que es el mundo, el señor ley, padre de billetes y familias consagradas al consumo navideño.
Lo siento. Hoy es nochebuena y hay que ser buen cristiano. Lo siento. Hoy es nochemala porque estás en otro país, uno donde por siempre jamás tendré vedada la entrada. Y está bien, no quiero posar ni pie. No. Es correcta la veda, la apoyo. Hay animales peligrosos y destructivos, hay animales creadores de ilusión, muy perniciosos para el orden público. Pero tras las rejas, te veo, nos veo, en la comedia humana de la vida rebajada, amable y contenida, la furia digerida en cada trago, el fuego ahuyentado con extinguidores de palabras, espuma artificial, químicos efectivos que saben carcomer el sentir.
Nos veo. Ayer nos veía. Anteayer nos veía la nochemala de hoy, la noche que se viene sin refugio, la noche que durará años. Aunque hierva el verano, me muero de frío, aunque el cielo estalle de pirotecnia, la tormenta de viento y agua que me destempla apaga cada estrella. Nochemala hoy, lo siento, y vendrá una sucesión lenta de morir cada mañana al abrir los ojos en un lugar que justamente y por eso, no coincide con vos.
Tras los barrotes, me veo, nos veo.
Lo siento.
Enamorarse es casi esto también, estar cautivo de un sentir irremediable, irracional, inconveniente, hace lo que se le canta con vos, vos nada, bollo de papel rodando, poema manuscrito malescrito, fallido que rueda sin impulso en la nochemala, aunque sea el mediodía más brillante, cieloceleste te odio, sol te odio, mi día es esta mancha negra que esparzo, nochemala, el deseo de terminar la farsa a cada paso, y dejarme, dejarme. Dejarme.

Te dedico la fastuosidad de sentir todo, amorydolor, ves cómo se dan la mano, cómo se aprietan anhelantes? Sentir todo en los pobres, insuficientes cuerpos que habitamos, qué odisea te brindo, pero acordate: lo que duele se da vuelta y es el secreto del placer.


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