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Mostrando las entradas de diciembre 14, 2014

Dedicatorias #24. Onomatopeyas

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24. "Entiéndeme: te escribo una onomatopeya, una convulsión del lenguaje. Te transmito no una historia sino sólo palabras que viven del sonido." Clarice Lispector Te dedico esta cita (y todas las que sigan, cortadas, cuidadosamente, para vos). (las vuelvo a escribir, letra por letra, golpe a golpe, como si en este ritual me apropiara de un cuerpo otro que reavivo, conquisto, expando para ofrecerte en amor).   km. 2014

Dedicatorias #23. Armar barcos

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23. Te dedico este sopor extasiado, mis músculos endurecidos por la batalla, la tensión desaparecida del pecho; la alegría de compartir horas que duran semanas, porque cultivamos un incendio de sudor, un apagón de agua y aire. El abrazo continuo, completo, cuerpo total enganchado, descubriéndose. Reclamo para mí tus manos que acotan sin parar, que acarician y agarran, que saben cómo llevarme en olas, sacudirme el alma escondida, marítima, que curiosa espía la respiración de tu movimiento. Me das mar que se desparrama alrededor, viento que a mí se me acaba, exclamaciones de islas nuevas que se conjugan con las mías, no puedo más, sólo onomatopeyas, no puedo más este idioma en línea recta no me alcanza, es un plano y yo siento abismo, siento luz redonda. Sentirse, irse al nosotros, al pasto de la lengua, irnos, tenernos, abrirnos con ternura extasiada, los ojos túneles acelerados, los huecos con flores de piel, pétalos, caracoles, estrellas fluidas, saliva de frutas tropicales, asemi

Dedicatorias #22 Amarrado

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22. “Me gusta tu pelo amarrado.” Amarrado, amarrar. Amar pero interferido o potenciado. Amar narrado, contado por mí para vos y al revés, yo arriba vos abajo, y al revés y de costado. Amar atado arado porque duele en el cuerpo como si me hubieran amarrado al tuyo y no sólo duele como púas cuando no estás, gusta inmensamente, rebalsa de placer, es una herida transformista, una tierra que germina, semillas creciendo a velocidad desorbitada. Eso, claro, cómo no va a doler, incomodar, metamorfosis de pies a cabeza, locura completa de células dividiéndose, reinventándose, nervios, venas, sinapsis multiplicadas, autopistas a ciudades futuras, bellísimas y complejas, hechas en pisos flotantes de nubes. Dijiste amarrado, una palabra peligrosa, sí, puede ser, sólo desde su sentido obvio, porque en verdad es su fuerza lo que inquieta, la erre, su crepitar, el incendio en el medio del amor. Dice te amo y a la vez no puedo no arrasar tu cuerpo, mi cuerpo, nada, (h)ado funesto sin vos,

Dedicatorias 16-20

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16. Ando con el cuerpo roto, estremecido, me duele cada músculo, me duele la cabeza como después de una borrachera terrible. Brutal, vos dirías? Ahora el terrible tiene un matiz un poco más oscuro, todavía no sé cómo definirlo. Cuando el cuerpo me duele físicamente me gusta. Solía correr en resistencia, puedo llegar al punto del calambre y volver, que lata lata lata cada miembro de mí, abandonar las ideas y solo sentir: el cuerpo es todo, mi campo de batalla y placer, sostén del viaje, difusor de sensación. Cada estímulo el gran desplazamiento. Volver a mí por vos, a través de tu mano o de tu boca, puente o túnel, sin palabras, la comunicación del respirar, gemir, sintonizar, aullar. Te dedico este dolor físico brutal que se abre en sonrisas orgánicas, naranjas, celulares. 17. El ataque del toro: solo la imagen me perturba. Y sí, hay palabras que intentan reponer el temblor, mezcla de miedo y avidez, entrega y rechazo, de juego ritual que desconocemos al desconocer al