Dedicatorias #33. Nada de nada

33.
No sé nada, nada de nada.
Te dedico este cero que soy, redondito, agujereado. Cero. A él cedo, me dejo en la nada de nada, flotar, a ver qué pasa, en este lago azulnegro no hay movimiento. Soy una plancha, un madero a la deriva, un objeto natural que el agua sostiene. El frío calma mi dolor. Me adormece. Se van desvaneciendo la palabras de mi mente, los números, los códigos. Nada de nada. Empiezo, lentamente a(ser) agua. Hago agua, soy, nada. Nada de nada. Ya no tener que pronunciar. La boca es para comer, respirar, degustar. No tener que mirar. Los ojos son para adentro, ven agua estrellada, zafiros oscuros. Buscan un crepitar del alma, una tibieza íntima para volver a nacer.
Nada de nada sé. Sé. Sé algo: lago, madero, hojitas. Hay corriente, el objeto se mueve, se aleja. Ella. Deriva. Delira. Muere. No hay límite en el agua, todo se pliega, ahoga, desdibuja. Las líneas difuminan aguadas. Nada. Agua. Qué cerca y lejos, igual y diferente en el mismo momento. En realidad, en lo real, esto es todo, nada de nada. Se va. Dejála. Se va una vez más, dejála, se va. Mi espejo, mi lagoalgo, mi hermana se va. No tiendas las mano, no agarres, dejála. Adiós, nunca lo diría pero lo siento a dios, a dios nada de nada, a dos, de a dos, con dos, mi dos, me mido, me acuesto, te mido ofelia mía, te miro, te temo, cuerpo feliz, te dejo, te despido amor. 

km. 2014



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