subterráneo 1
Yayoi Kusama en el MALBA, km 2013. |
Salgo. Atravieso la puerta
de la torre de 28 pisos donde vivo. No es exactamente el afuera lo que me
espera, sino la zona intermedia, el inmenso “zaguán” parquizado y cercado del
edificio. Es el área del desastre climático. El tiempo invertido en mi arreglo
y portada literalmente vuela. La
disposición de las tres torres forma un triángulo mortal donde el viento se
embolsa y sopla con fuerza rugiente, devastadora. El huracán, el tornado. En
general, uso pantalones o polleras ajustadas. No hay espacio para la
imaginación erótica de la atenta vigilancia. Sí hay lugar para las risas
contenidas. Yo misma me voy riendo cuando salgo, una risa morbosa y
autodestructiva, el yo que me habla sin parar y proyecta la imagen del mí misma
azotada, vapuleada por el ventarrón.
Roto
el espejo, ya no sé qué imagen queda.
En ese trayecto siempre
invento historias o meros argumentos, germinales, sin desarrollo. Posiblemente,
nunca crezcan y queden ahí, encerradas en la semilla un poco más grande de mi
cabeza, informe.
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