Del Amor Despechado (día 2)


Veinte años o seis meses:
el tiempo da lo mismo en el amor.
Es muy difícil sincronizar el cambio con el otro,
siempre nos desconocemos.

*

A veces siento que le hablás a un fantasma de mí.
Yo, soy otra cosa.


*


No me gusta verme en discursos como en vestidos viejos.

No quiero disfrazarme.
No creo ocultarme.
¿Por qué me tapás?

*

¿Tanto te herí con mi sarta de alfileres?
Dagas, puñales, palabras.
Lo siento mucho, a veces sólo veo cabecitas de perla,
empuñaduras finas de marfil.
Nunca quise
y siempre fue a propósito.

*

No podés seguir actuando por reflejo.
En algún momento, hay que cambiar.
El futuro, sobre todo en el amor, debe ser incierto.
No existe un volverse mariposa.
Somos larvas que se enrollan.
Nadie se queda junto a otro porque
“es bueno esto que tenemos”
(el 80% de la población vive así
tragando bueno).

No puedo hacerlo. No puedo
“bueno”.

Es mi tara, traba, maldición.
Me anulo, me vuelvo bruja.


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